domingo, 19 de junio de 2011

Anciana

Y se siente sola... Abandonada en un mundo cruel, que no entiende y del que nunca quiso formar parte. ¿Qué fue de aquellos días de la infancia, de alegría, de juegos? Ni siquiera fueron hace tanto tiempo: tan sólo un par de semanas antes reía y gastaba bromas a sus primos en el patio de su casa. Ahora ni siquiera sabe dónde están o si siguen vivos.

Se siente encerrada en vida, anciana a pesar de ser una niña. Y todo por culpa de unos extraños que irrumpieron en su casa, en su vida, armados hasta los dientes para llevárselos a todos de allí entre gritos, entre empujones y golpes. ¿Y ahora qué le queda? Una celda oscura, sucia y estrecha que comparte con su madre y otras mujeres. Y los recuerdos tan felices, tan tristes a la vez, de cómo era todo antes de que la violencia lo destrozase a su antojo. Mucho antes de ser una anciana en un cuerpo de niña, con esa terrible sabiduría de muerte, dolor y miedo que sólo la guerra proporciona.

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