jueves, 28 de julio de 2011

Diente de león

Hay canciones para todo, pero es casi imposible encontrar alguna que se refiera a todas esas pequeñas cosas que nos hacen sonreír, que nos hacen felices por unos instantes. Y a veces esas pequeñas cosas son las más importantes. ¿Por qué las olvidamos entonces? A veces es tan simple como que te regalen una margarita, un barquito de papel o un regaliz. O tal vez haya una sonrisa escondida tras un rayo de sol, o por qué no, tras unas gotas de lluvia, junto al arco iris. Quién lo diría... What a wonderful world.....! La pena es que nos perdemos toda su belleza por fijarnos demasiado en el dinero y no en lo que importa. ¿Quién quiere miles de rosas o de orquídeas teniendo un diente de león? Sobre todo si ese diente de león te lo da alguien que te quiere y con él dice lo que miles de palabras no pueden expresar.


jueves, 7 de julio de 2011

Sabina

A los quince los cuerdos de atar me cortaron las alas,
a los veinte escapé por las malas del pie del altar,
a los treinta fui de armas tomar sin chaleco antibalas,
Londres fue Montparnasse sin gabachos… Atocha con mar.
A los cuarenta y diez naufragué en un plus ultra sin faro,
mi caballo volvió solo a casa, ¿qué fue de John Wayne?
Me pasé de la raya con tal de pasar por el aro,
con 60 qué importa la talla de mis Calvin Klein. [...]


Mi manera de comprometerme fue darme a la fuga.

Sabina

viernes, 1 de julio de 2011

Yesterday

... Había olvidado todos los problemas, todo el dolor pasado, la había olvidado incluso a ella. Pero los Beatles, siempre ellos, hacen que la recuerde a cada momento, a cada instante que respiro. 

Miro su colección de discos de vinilo que a mí ni siquiera me gustaba, pero eran su tesoro, su pasión. Por eso yo los guardaba y cuidaba como a la mayor joya del universo. Aún sigo haciéndolo. Puede que incluso mejor que a mi propio corazón. ¿Pero en qué momento cambió todo? Tan sólo soy una sombra de aquella que ya era por entonces.

La música sigue sonando, imparable, y ya no lo soporto: me recuerda que ella se tuvo que ir, que ya nada es como ayer, Lennon bien lo sabe. Y también hace que me vuelva a  la mente que yo no pude hacer nada, que no hice nada por evitar que recogiese sus cosas y se marchase con su mirada triste en busca de alguien que se la pudiese cambiar por una de felicidad, por alguien que no estuviese tan hundido y perdido como yo, que luchase por verla sonreír todos los días. 

Lo peor es que ni siquiera me acuerdo de cuándo fue la última vez que la vi sonreír, quizás nunca lo hice. Y ahora sólo me quedan estos discos de vinilos y esta canción, yesterday, que me rompe en mil pedazos cada vez que la escucho... Que me hace ver que no la supe querer y que ahora vivo enterrado entre recuerdos de un amor del ayer que ya nunca volverá.

Y Lennon sigue cantando, suenan los últimos acordes... Recuerdo sus ojos, profundos como un lago, con el dolor grabado a fuego en ellos y ya no lo aguanto más. Sí, ahí sigue la bombona de gas  abierta, el mechero que dejé sobre mis rodillas... Y lo enciendo.