viernes, 1 de julio de 2011

Yesterday

... Había olvidado todos los problemas, todo el dolor pasado, la había olvidado incluso a ella. Pero los Beatles, siempre ellos, hacen que la recuerde a cada momento, a cada instante que respiro. 

Miro su colección de discos de vinilo que a mí ni siquiera me gustaba, pero eran su tesoro, su pasión. Por eso yo los guardaba y cuidaba como a la mayor joya del universo. Aún sigo haciéndolo. Puede que incluso mejor que a mi propio corazón. ¿Pero en qué momento cambió todo? Tan sólo soy una sombra de aquella que ya era por entonces.

La música sigue sonando, imparable, y ya no lo soporto: me recuerda que ella se tuvo que ir, que ya nada es como ayer, Lennon bien lo sabe. Y también hace que me vuelva a  la mente que yo no pude hacer nada, que no hice nada por evitar que recogiese sus cosas y se marchase con su mirada triste en busca de alguien que se la pudiese cambiar por una de felicidad, por alguien que no estuviese tan hundido y perdido como yo, que luchase por verla sonreír todos los días. 

Lo peor es que ni siquiera me acuerdo de cuándo fue la última vez que la vi sonreír, quizás nunca lo hice. Y ahora sólo me quedan estos discos de vinilos y esta canción, yesterday, que me rompe en mil pedazos cada vez que la escucho... Que me hace ver que no la supe querer y que ahora vivo enterrado entre recuerdos de un amor del ayer que ya nunca volverá.

Y Lennon sigue cantando, suenan los últimos acordes... Recuerdo sus ojos, profundos como un lago, con el dolor grabado a fuego en ellos y ya no lo aguanto más. Sí, ahí sigue la bombona de gas  abierta, el mechero que dejé sobre mis rodillas... Y lo enciendo.

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