A veces te obcecas con algo tanto que no puedes ver con claridad. Nunca es fácil distinguir cuándo gana el corazón o cuándo la cabeza y ¡siempre es tan confuso...! Pero lo que no debes hacer nunca es dejar que eso te impida ver, "VER" con mayúsculas. No vaya a ser que estés intentando abrir una puerta de la que no tengas la llave.
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