Un estruendo ensordecedor. Un bombazo. Una manada en estampida. Un terremoto. Un huracán. Un tsunami. Una bomba nuclear en pleno estallido. Pero abres los ojos y el mundo sigue girando, tranquilo, impasible a tu desasosiego, a la guerra de sentimientos que te azotan igual que si de una barquita en medio de olas gigantescas se tratase.
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