Amor no es una ilusión
de una ardiente fantasía,
ni es fruto de una pasión;
amor es... ¡abnegación!,
es dolor... y es alegría.
El amor que es verdadero
nada pide por amar,
y, si se da, se da entero,
es constante y es sincero,
sabe sufrir y callar.
Amor es sólo anhelar
el bien de la persona amada,
por conseguirlo, luchar,
hasta lograrlo, esperar,
dar mucho y no pedir nada.
Amor es sentir placer
en causar gozo al amado,
es confiar, sin temer,
sacrificarse y no ver
si el sacrificio ha costado.
Amor es suave emoción
que endulza todas las cosas,
es vida del corazón,
s fuerza y es decisión
en las horas dolorosas.
El amor calla y olvida,
es audaz y es precavido,
va más allá de esta vida,
descansa al ver conseguida
la ilusión que ha perseguido.
Amor indica grandeza,
indica fuerza y valor,
amor, si es puro, es nobleza,
el amor sin la pureza
¡no puede llamarse amor!
Amor no es una quimera
de cosa breve y banal,
amor es fuerza que impera,
es algo espiritual
que del cielo nos viniera.
Amor es luz que nos llama,
es fuerza que nos sostiene,
es ardor que nos inflama,
es deber que nos reclama,
y es lazo... que nos retiene.
Amor es como una luz
que se quema suavemente...;
que no produce inquietud,
que es paz, es calma, es virtud,
es templado y es ardiente;
que se eleva noblemente
sobre lo que es vano, vil,
y es más puro y más sutil
¡cuanto más hondo se siente!
El amor, si es material,
como la materia, muere;
pero el amor que es caudal
de un alma que espera y quiere,
¡no puede morir jamás!
Que aunque al amor se le hiera,
perdona, olvida y espera,
y al mismo tiempo ¡ama más!
Eso es amor verdadero,
eso es amar de verdad,
eso es sentir el sincero
goce, eterno y verdadero,
del que ha amado en realidad.
ANÓNIMO
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