Quisiese no escribir una ñoñería más, escribir algo dulce y que
llegue a lo más profundo del alma, pero desde la serenidad de la realidad. Sin
embargo, sé que no es tarea fácil. ¿Cómo describes ese no se qué...?¿Pero que
sí sabes qué en el estómago? "Mariposas", lo llaman. Como siempre las
palabras no hacen justicia al sentimiento... Que te llena, que te mece, que te
arrebata toda racionalidad mientras tú te intentas aferrar a ella
desesperadamente... A la vez que te dejas llevar. Y te dejas arrastrar por las
emociones mientras intentas mantener el rumbo, encontrarle una lógica, el por
qué de esos arrebatos... Es imposible que una mirada, un leve roce o una
sonrisa... Una presencia que tan sólo intuyes, te altere hasta lo más profundo.
¡Alto!
¡Detengámonos un instante! ¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¿Qué es todo esto? ¿Y esas
ganas de vivir, de luchar, esa ilusión, esas sonrisas, esos sueños, esas
ganas...? Todo eso no va contigo, no. Tú no eres así. ¿O sí? Te sientes bien,
agusto, querido, correspondido, mimado... Feliz. ¿Qué problema hay? ¿La
felicidad? Tal vez sea eso... Depender de alguien para poder sentirte pleno,
lleno, seguro... Nos aterroriza todo aquello que no conocemos ni podemos
controlar y la felicidad no es algo que podamos manejar a nuestro antojo, ¡es
tan caprichosa...! Pero lo importante es saber con quién puedes alcanzarla,
porque si no tienes con quien compartir tus inquietudes y alegrías, no hay
dicha.
Para bien o para
mal las personas somos animales sociales, y nuestra felicidad siempre es
compartida. Sin ella, sólo nos queda la soledad que viene con su amiga
indiferencia, pero no son buena compañía, no comparten nada y lo arrebatan
todo.
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