sábado, 23 de febrero de 2013

Reflexiones varias

¿Cómo le describes una rosa, un cuadro de Van Gogh, la Alhambra o los juegos de sombras japoneses a alguien que no puede ver? ¿La "Primavera" de Vivaldi, el rumor de las olas, el sonido de la lluvia, el estruendo de la tormenta, a alguien que no puede oír? ¿Cómo explicas qué se siente al tocar la madera, la piel, cuando te dan una caricia, cuando la das... a quien no puede? ¿Cómo relatar a qué sabe una manzana, el chocolate, un beso? Si alguien puede, que me diga cómo... Porque a mí me faltan las palabras.

jueves, 14 de febrero de 2013

Un niño grande

A veces los sentimientos son tan confusos como la vida misma, que te arrastra y te guía en su locura desde el pozo más profundo a la más alta de las cumbres. Ahora estás sumido en tus penas, ahogado por un dolor que desborda... Pero quizás mañana encuentres unos ojos, una caricia, una sonrisa, que te haga sentir como un niño. Y eres un niño... Un niño grande, sonriente, anhelante de felicidad, de esa pasión tan pura, tan inocente... Y como un niño no puedes parar de sonreír y te responden con esa mirada que te trastoca, que hace que te sientas pequeño de nuevo, descubriendo el mundo por primera vez... Con timidez unas veces, con una pasión desenfrenada otras. 

Mientras tanto, sin darte cuenta, cada vez tu sonrisa se hace más grande, y aunque temerosa se asoma poco a poco, no por ello carece de esa calidez que hace que algo se retuerza en tu interior suavemente, dulcemente. 

Aún no habéis cruzado ninguna palabra y, sin embargo, tú te sientes como si te hubiesen dado la mejor bienvenida del mundo, arropado por esos ojos y esa sonrisa que no te pierden de vista y que en un momento te han trastornado, convirtiendo la sombra que eras en pura felicidad. Y descubres que sigues siendo ese niño que ya habías olvidado, pero que sigue cargado de ilusiones, anhelante por descubrir el mundo que te ofrece esa sonrisa que te ha robado el alma.

El amor

Amor no es una ilusión 
de una ardiente fantasía, 
ni es fruto de una pasión; 
amor es... ¡abnegación!,
es dolor... y es alegría. 

El amor que es verdadero
nada pide por amar, 
y, si se da, se da entero,
es constante y es sincero, 
sabe sufrir y callar.

Amor es sólo anhelar 
el bien de la persona amada, 
por conseguirlo, luchar, 
hasta lograrlo, esperar, 
dar mucho y no pedir nada.

Amor es sentir placer 
en causar gozo al amado, 
es confiar, sin temer, 
sacrificarse y no ver 
si el sacrificio ha costado. 

Amor es suave emoción 
que endulza todas las cosas, 
es vida del corazón, 
s fuerza y es decisión 
en las horas dolorosas. 

El amor calla y olvida, 
es audaz y es precavido, 
va más allá de esta vida, 
descansa al ver conseguida 
la ilusión que ha perseguido. 

Amor indica grandeza, 
indica fuerza y valor, 
amor, si es puro, es nobleza, 
el amor sin la pureza 
¡no puede llamarse amor! 

Amor no es una quimera 
de cosa breve y banal, 
amor es fuerza que impera, 
es algo espiritual
que del cielo nos viniera.

Amor es luz que nos llama, 
es fuerza que nos sostiene, 
es ardor que nos inflama, 
es deber que nos reclama, 
y es lazo... que nos retiene.

Amor es como una luz 
que se quema suavemente...;
que no produce inquietud, 
que es paz, es calma, es virtud, 
es templado y es ardiente; 
que se eleva noblemente
sobre lo que es vano, vil,
y es más puro y más sutil
¡cuanto más hondo se siente!

El amor, si es material, 
como la materia, muere; 
pero el amor que es caudal 
de un alma que espera y quiere, 
¡no puede morir jamás! 
Que aunque al amor se le hiera, 
perdona, olvida y espera,
y al mismo tiempo ¡ama más!

Eso es amor verdadero, 
eso es amar de verdad, 
eso es sentir el sincero 
goce, eterno y verdadero, 
del que ha amado en realidad.


ANÓNIMO

miércoles, 13 de febrero de 2013

Diversiones que dañan

Cansancio... Mucho cansancio. No sólo físico, también del alma y del corazón. Nunca olvidaré esa sensación de soledad, de ser el extraño que invade una propiedad, profanándola. Las miradas de reojo, las indirectas, los sarcasmos... Todo eso de gente que cree saberlo todo, que no aguarda respuesta porque ya cree conocerla. Pero se equivocan. No por llorar, gritar o montar una escena se demuestra más el dolor ante una pérdida. Muchas veces es el propio silencio quien expresa nuestro duelo y, al contrario de lo que se pueda pensar, el que grita y llama la atención a  veces sólo busca exagerar, aparentar unas emociones que no siente, que no son suyas en realidad.

Teatro, puro teatro. Ésas son las dos palabras del día. No quiero condolencias, no quiero oír un "lo siento" de quien de verdad no lo sienta por mí. No quiero siquiera que se guarden las formas cuando detrás me espera una puñalada velada. A la mierda lo correcto si tan sólo es una hipocresía, una forma más de burlarse.

Ya no espero que me quieran, (de hecho, ¿qué puedo esperar?) Lo único que pido es respeto, pero tampoco lo espero ya. Quizás el problema sea que ya no hay nada que me una a ese pueblo, que me haga aguardar algo mejor. Quién sabe, tal vez además de perder a mi abuelo haya perdido la poca esperanza que me quedaba en esa gente, que incluso en tan tristes circunstancias es incapaz de olvidar los cotilleos y las historias inventadas con los que pasar los largos ratos de aburrimiento de un pueblo seco y amargado.

Lo peor es cuando sabes desde siempre de dónde vienen todos los problemas y cuál es el origen de esos cuentos para no dormir que van de casa en casa... Un niño pequeño pesa poco y los tablones de madera no crujen bajo su peso, y menos si va con cuidado porque quiere dar un susto a sus abuelos. Pero resultó que el susto (y el disgusto) se lo llevó él. Y continuó llevándoselo durante años. Si ya no vuelvo a ese maldito lugar mis motivos tendré, porque en cada esquina encuentro alguna maldad esperándome por no buscar otra diversión que no sea la vida de los demás.

Quizás sea aquel niño de las mil decepciones que un día decidió comportarse con indiferencia ante quienes no lo querían o respetaban. Pero es importante no olvidar que normalmente la indiferencia oculta mucho dolor tras de sí.

lunes, 11 de febrero de 2013

¿Cuál es el secreto para que logres el amor y la felicidad?



Si quieres felicidad, dale felicidad a otros; si quieres amor, aprende a amar a los demás;

si quieres atención y aprecio, aprende a dar atención y aprecio; si quieres abundancia material, ayuda a otros a tener abundancia.
De hecho, la manera más fácil de obtener lo que quieres es ayudando a otros a obtener lo que quieren. Si quieres ser bendecido con todas las cosas buenas en la vida, aprende a bendecir silenciosamente a todos con las cosas buenas en la vida.
Hasta pensar en dar, en bendecir, o una simple oración tiene el poder de influir a los demás.

La mejor manera de poner en operación la Ley del Dar es tomar la decisión de que cuando entres en contacto con otra persona le darás algo. No tiene que ser algo material; puede ser una flor, un cumplido o una oración, de hecho, las formas más poderosas de dar no son materiales.
Los regalos de cuidados, atención, afecto, aprecio y amor son algunos de los regalos más preciosos que puedes dar, y no cuestan nada.

Podrías decir "¿Cómo puedo darles a otros en este momento cuando no tengo suficiente para mi"? Puedes llevar una flor. Puedes llevar una tarjeta que diga algo sobre los sentimientos que tienes por esa persona. Puedes llevarle un cumplido. Puedes llevarle una oración.
Toma la decisión de dar a dondequiera que vayas, a quien sea que visites o veas. Siempre y cuando estés dando, estarás recibiendo. Entre más das, adquirirás más confianza en los efectos milagrosos de esta ley.

Al recibir más, tu habilidad de dar más también aumentará.


Colaboración de un amigo
Gracias Minimanu!!


viernes, 1 de febrero de 2013

En pleno Polo Norte

Música... Lápiz en mano... Y una hoja en blanco. La cabeza a punto de explotar, el corazón hecho trizas y a punto de romperse, rodeado de cadenas en pleno Polo Norte y cubierto de parches. Un suspiro... Y la exasperación de no ser capaz de escribir nada, de no poder transmitir lo que sientes, de no saber qué decir.

La mente y el corazón se convierten en tu peor pesadilla, siempre en contradicción, te dejan hecho un ovillo a un borde de la cuneta, como un perro abandonado que no sabe qué esperar o por dónde empezar a buscar, solo en medio de un torbellino de emociones que no cesan de azotarte mientras observas cómo pasa la vida ajeno a todo. Y no eres capaz a reaccionar, ni siquiera una lágrima, ni siquiera un adiós. Y sólo permites que la soledad se acerque a ti.