lunes, 15 de agosto de 2011

Casi un siglo

Noventa y nueve años. Casi un siglo de experiencia, de vivencias, de dolor, de alegría, de tantas cosas... Prácticamente cien años de vida que ya le empiezan a pesar, que se le empiezan a hacer eternos y por eso no puede evitar preguntarse sobre la muerte. No le puede quedar tanto. ¿Le preocupa su llegada? No deja de ser atemorizante, sobre todo ahora que él ya se fue y no va a estar  con ella cuando llegue el momento. Pero también cuando caiga la guadaña sobre ella tendrá lugar su reencuentro. Aún así, lo nuevo, los cambios, las novedades en general siempre le dieron miedo.

¿Qué será lo que tiene la muerte que tanto preocupa a la gente? A ella nunca le preocupó. Sin embargo, ya tiene una edad y pensar en ello es algo normal, ¿no? ¿Tiene miedo o ya está lista? No. Miedo no tiene, pero tampoco se está preparado nunca para algo tan fuera de lo común, para el fin de todos los fines. Tan sólo es algo más que le toca vivir, una experiencia más que acabará con todos sus recuerdos. Pero no lo teme. Sería una tontería a su edad preocuparse por ello, cuando ni de joven lo hizo. Cierra los ojos. A la muerte no se le debe tener miedo, ni siquiera aunque sean sus últimos segundos de vida. ¿Dolerá o sentirá algo cuando ocurra? 

Abre los ojos y ve el suelo acercándose mientras el coche cae descontroladamente, a punto de estrellarse, de espachurrarse como si de un papel se tratase. Igual de fácil. Sin embargo, se siente tranquila sabiendo que ya ha vivido todo lo que tenía que vivir y de forma que no hay culpas que la atormenten en esos últimos instantes. Y decide dedicar su último pensamiento a los que le están esperando al otro lado de la luz y a los que seguirán guardando su recuerdo. Su tiempo ya se ha acabado.

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